No hay nada más triste, para un autor que aspira con su trabajo a ayudar a los demás, que comprobar que la nueva edición de su libro conserva toda su actualidad, doce años después del día que terminó su primera revisión. El problema que aquí se explica no es moderno, pues la instrumentalización de los hijos hunde sus raíces en los albores de la humanidad, pero los escenario en donde se desarrolla con más frecuencia – los conflictos por la custodia de los hijos- son fruto de nuestro tiempo, sometidos a las ideologías dominantes y los intereses de aquellos que las sostienen. Por ejemplo, si vive usted en España, habita en un estado europeo que sufre ciertas excepciones jurídicas que va a repercutir en su proceso de ruptura de pareja y, como consecuencia, en la relación con sus hijos. Leyes que no consideran un delito que una madre o un padre pierda el contacto con sus hijos durante años por la mera voluntad del otro progenitor, incluso incumpliendo sentencias y requerimientos judiciales; que no considera maltrato que un recién nacido no conozca a sus primos o abuelos hasta los tres años o que una madre escuche como sus hijas la insultan con argumentos peregrinos y bizarros.
Sólo en inglés, desde el año 2.000 se han publicado 248 artículos en revistas científicas revisadas por pares. En España, el Gobierno de Pedro Sánchez se ha inventado el concepto violencia vicaria para apropiarse del relato de esta tragedia, buscando engañar a las madres que la sufren.
La literatura sobre el Síndrome de Alienación Parental (SAP) ha crecido significativamente desde que se publicó por primera vez este libro. Sólo en inglés, desde el año 2.000 se han publicado 248 artículos en revistas científicas revisadas por pares. Paralelo a este crecimiento del corpus técnico, en determinados países ha crecido la oposición al reconocimiento de este tipo de maltrato infantil en la política. En el caso de España, los políticos han llegado incluso a inventarse conceptos como el de violencia vicaria, en un intento de apropiarse del concepto de SAP y, exclusivamente, sólo para calificar la instrumentalización de los hijos cuando rechazan el contacto con su madre. Paralelamente, y en sentido contrario, en Irlanda es la propia ministra de justicia la que afirma que el tema que trata este libro es un asunto real, que hay que afrontar con valentía desde las instituciones y la ciencia.
Las estrategias dirigidas a ignorar o sesgar este problema fracasarán – como ya vaticiné con la Ley Integral de Violencia de Género, que tras más de una década se ha mostrado incapaz de resolver el problema para el que fue elaborada-, porque no corresponden a la realidad, sino a la invención de la realidad que construyen las ideologías que las auspician. En su afrontamiento de este problema, la próxima ley de protección de la infancia, cuyo trámite parlamentario se desarrollará durante el año 2021, correrá el mismo camino. A este autor, que ejerce como psicólogo forense en los juzgados y como académico en la Universidad enseñando Psicología Forense, no le importarían lo más mínimo los malabares y artificios de los políticos de turno, sino fuera porque provocan las tragedias que contempla cada día, tragedias que, al contario del caso de los políticos, para mi tienen nombres como Victoria, Lucía o Fernando.
La Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia será un fracaso en lo que respecta a la protección de los menores de hijos divorciados.
El mundo que hemos creado es fruto de nuestra forma de pensar y razonar. Si queremos cambiarlo, es obligatorio cambiar nuestra forma de pensar. El maltrato de los hijos es un mal extendido y, mientras sea visto como una herramienta más para llevar a cabo la ingeniería social del grupo ideológico de turno, no avanzaremos en su erradicación. Mientras tanto, este profesional seguirá su trabajo y continuará intentando echar una mano, en la certeza de que, aquel que lo desee, sabrá dónde encontrarme.
