La epidemia de salud mental en los adolescentes españoles

No podemos cerrar los ojos a la pandemia de suicidios y enfermedad mental que ha comenzado. A diferencia de otras amenazas que hemos vivido recientemente, esta es silenciosa, actúa más al estilo del monóxido de carbono, gas inodoro que consume el oxígeno de la habitación amenazando con un sueño plácido y mortal a su víctima, que como el disparo atronador de un obús.

Hasta el año 2007, la salud mental de los jóvenes de España – y de otros países como EE. UU.- ofrecía cifras mejores en cada ejercicio. Desde ese momento, la tendencia a cambiado radicalmente y problemas como el suicidio, en el grupo de población adolescente, ha aumentado su prevalencia en torno al 60%. Esto debería hacernos reflexionar seriamente y cambiar de actitud, especialmente entre aquellos que se dedican a la docencia y los progenitores con hijos menores de 25 años. La advertencia debe ser clara: si usted observa cambios de comportamiento en sus hijos, no dude en investigar el origen y buscar la ayuda de profesionales. Aquí la rapidez en la intervención es fundamental. 

Síntomas de alarma que alertan sobre la presencia de conducta suicida 

 

Como decimos, la actual situación social, añadiéndose a otros factores que estamos estudiando, ha afectado especialmente a este grupo de población, disparando las llamadas a la acción en todo el mundo desarrollado. Si en los adultos el bombardeo con noticias amenazante ha pasado una elevada factura en su salud mental, en los adolescentes se está presentando un incremento sin precedentes de las conductas de suicidio.

Una dificultad muy seria en este asunto es que muchos de los síntomas que podrían alarmarnos se relacionan típicamente con la conducta presente en este grupo. La actitud taciturna, preocupada, el buscar alejarse del resto de la familia y pasar días encerrados en su habitación, el abandono de las actividades que antes le ocupaban todo el día y con las que disfrutaba, mostrarse falto de energía, irritado sin razón y con fuertes cambios de humor, la disminución del rendimiento académico, la preocupación por la muerte, el descuido de la higiene y la imagen o llevar a cabo conductas de riesgo son rasgos tan frecuentes en la adolescencia, como característicos de un sujeto con ideas suicidas.¿Podemos luchar contra todo esto? Por supuesto, aquí he recogido algunas estrategias útiles, prácticas y sencillas que todos podemos poner en práctica en nuestro día a día. Mi motivación es ofrecerle tomar la iniciativa y no esperar a que el problema se presente para comenzar a trabajar.

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