¿Cómo permanecer informado de la actualidad y conservar la salud mental?

Desde hace algunos años, encender la radio mientras se hace el café o nos duchamos, consultar el periódico digital o ver las noticias en la televisión se ha vuelto una práctica que está afectando seriamente a nuestro ánimo. Se de usted cuenta o no, recibir diariamente noticias de epidemias, amenazas o guerras tiene un pago que tiene un efecto aditivo. Cada noticia, frase o dato económico funesto es un paso en el descenso al pozo de la ansiedad, el estrés y la depresión.

Guerra, crisis económica, epidemias y salud mental

 

En el grupo humano se presentan multitud de actitudes diversas para cada escenario que queramos valorar. Si usted se detiene a analizar a la gente que le rodea, podrá comprobar que conoce a gente que vive ajena a lo que ocurre en la política, que desconoce cuál es el personaje de moda o la última tendencia en Internet. Ese grupo vive, codo con codo, con otros cuyo tema de conversación diario es el comercio exterior, las fluctuaciones de la bolsa o el devenir de la liga de fútbol, gente que es capaz de llenar horas de sobremesa dando datos y contando anécdotas sobre estos y otros muchos temas que los primeros ignoran por completo. Sea como fuere, la mayoría del grupo humano tiene deseos o, aunque deseara lo contrario, se ve forzado a estar al día de lo que ocurre a su alrededor. Especialmente, cuando los hechos alcanzan el tamaño de una pandemia mundial o un riesgo de amenaza nuclear, que convierte en inútil estrategias como esconderse en el agujero más hondo o buscar la felicidad, manteniéndose en la más absoluta ignorancia.

¿Cómo permanecer informado afrontado noticias deprimentes?

 

En el grupo humano mayoritario, en un platillo de la balanza ponemos nuestro deseo de estar al día de lo que ocurre a nuestro alrededor. Como consecuencia, escuchamos las noticias en la radio, leemos los periódicos o vemos los noticiarios en la televisión. En el otro platillo, esta nuestra vida real, trufada de preocupaciones tales como que los niños tengan preparadas las mochilas con todo lo que necesitan, ver si va a llover o mejor nos ponemos manga corta o si vamos a llegar a tiempo de cumplir el plazo que nuestro jefe nos ha dado para entregar el informe. 

El hecho que motiva este artículo es que la frontera que separa ambos mundos es muy fina y absolutamente permeable. Nada de lo ocurre en un lado permanece inamovible. Todo lo que introducimos colorea aquello que tiene a su alrededor y, dependiendo de lo fuerte que sea ese color, va a teñir lo que toque. Hechos como las amenazas que nos rodean – inestabilidad económica, política, guerras, etc.- adquieren tonos fuertes, cuando no chillones, empujados en muchas ocasiones por la necesidad de los propios medios que los difunden de mantener a su audiencia enganchados. Esto es así porque claman a las emociones y la urgencia, aspectos que desplazan con fuerza avasalladora cualquier otra consideración y alteran la valoración que de ellos usted pueda hacer.

¿Cómo afecta la amígdala y el sistema límbico a su estado de ánimo?

 

La amígdala y el sistema límbico empujan a los humanos a fijarse en las amenazas y, si usted no tiene una actitud vigilante, a cargar nuestras valoraciones con tintes negativos. Esto nos ha hecho evolucionar, llegar a ser lo que somos, superando obstáculos y depredadores. Sin embargo, este mecanismo evolutivamente óptimo tiene sus desventajas, en un mundo donde la supervivencia diaria no es una amenaza que nos está esperando, agazapada en cada oscuro rincón.

La actividad automática y continua de ambos sistemas, que como hemos dicho tiende mantener una actitud vigilante, provoca que, de no tomar conciencia y buscar activamente un equilibrio entre las noticias y lo inmediato que nos rodea, lo primero cope por inundación todo el espacio; es decir, llene cada rincón de su pensamiento y, para cuando usted se de cuenta, el agua que ha arrastrado alcance un metro por encima de su cabeza. 

Como consecuencia de esto, la negatividad y desesperanza tintarán su realidad de su color, haciendo que el filtro pesimista sea usado también para valorar su entorno inmediato, hasta convertir la emoción que acarrea en el soberano absoluto.

Estrategias para alejarse de la desesperanza

 

Un segundo efecto es la desesperanza. Lo que escuchamos en los medios se encuentra, casi en su totalidad, lejos de poder ser temas sobre los que nosotros tengamos opción de participar o posibilidad de solucionar. 

Con las primeras noticias de la invasión de Rusia de su vecino Ucrania, en mi entorno la pregunta que se planteó es ¿qué podemos hacer? Inmediatamente, miembros de mi familia plantearon ofrecer la habitación de invitados a una familia de refugiados. El impulso humano es ayudar, ofrecer soluciones, aún cuando estén lejanas y sean una gota de agua en el mar. Esto es así porque no existe nada más terrible y patológico que la impotencia, el ser consciente de que se es espectador de un drama y que existen pocas posibilidades para intervenir y cambiarlo. La desesperanza paraliza, anulando al sujeto. Por ello, tenemos que recorrer el camino contrario que nos aleje de ese punto.La desesperanza está teniendo consecuencias en los adultos, pero está teniendo especial repercusión en los adolescentes. Si tiene usted hijos adolescentes le invito a leer este artículo que trata el tema. Si lo que desea es leer sobre estrategias que pueden ayudarle a lidiar con la ansiedad y la depresión, le invito a leer esta reseña.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.